La Cooperativa Apícola Colmenares del Tulum Ltda. estuvo inicialmente conformada por personas con trayectorias diversas: algunos con muchas colmenas y amplia experiencia, otros que comenzaban desde cero. Ese intercambio, sumado al acompañamiento del docente a cargo, fue generando un espacio de aprendizaje solidario.

A partir de allí se organizaron capacitaciones internas, compras conjuntas y las primeras estrategias para sortear los desafíos económicos y técnicos de la actividad, especialmente para quienes no contaban con recursos individuales suficientes.

En los primeros años, la Cooperativa logró articular con organismos clave como INTA y Agricultura Familiar, lo que permitió acceder a asistencia técnica, investigaciones específicas y maquinarias fundamentales. También gestionaron un fondo rotatorio que, durante años, resultó un motor determinante para el crecimiento de los socios y socias: la cantidad total de colmenas pasó de apenas un centenar entre todos a casi mil. Ese proceso fue sostenido por la devolución responsable de cada productor y por una planificación colectiva que priorizó el fortalecimiento interno.

Uno de los hitos más importantes fue el desarrollo de la actividad de polinización. Antes reservada casi exclusivamente para apicultores de gran escala, Colmenares del Tulum logró profesionalizar el servicio, mejorar las condiciones de contratación y convertirse en un actor relevante en la negociación de precios y calidad. Hoy manejan más de 1.800 colmenas destinadas a esta tarea, lo que les permite ofrecer un servicio estable y competitivo a distintos productores agrícolas de la región.

La entidad también consolidó un conjunto de servicios internos: sala de extracción, desoperculadoras, calderas, equipamiento para impresión de cera y traslado de colmenas. Las maquinarias se utilizan bajo un esquema accesible para los socios, que aportan un porcentaje de su producción de miel o cera, lo que a su vez sostiene el funcionamiento general. Esta estructura permitió que cada apicultor evitara la necesidad de invertir individualmente en equipos costosos y redujera riesgos económicos.

La relación con instituciones académicas también dio frutos. A través de la Universidad de Arquitectura y Diseño, la Cooperativa desarrolló su identidad gráfica, desde el logo hasta las etiquetas de sus productos. Ese trabajo profesional dio un salto en la presentación comercial de su miel “Siete Ácidos”, fortaleciendo su presencia en góndolas locales y en puntos de venta vinculados a la red de almacenes del INTA en distintas provincias. Además, continúan abasteciendo a supermercados, almacenes barriales y compradores a granel.

Mirando hacia atrás, los integrantes destacaron que la mayor transformación no fue solo productiva, sino cultural. Aprendieron a dejar de lado la idea de trabajar de manera aislada, a confiar en la organización colectiva y a construir soluciones compartidas frente a problemas como la sequía, la volatilidad del mercado o la baja rentabilidad estacional. El acompañamiento mutuo, la búsqueda permanente de alternativas y la toma de decisiones democráticas se convirtieron en pilares para sostenerse.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en Radio comunitaria La Montonera (Jachal, San Juan).

Para seguir leyendo de la Cooperativa Apícola Colmenares del Tulum Ltda.