La Cooperativa de Trabajo Unión Saladeña Limitada inició su labor como empresa recuperada de lo que fue la empresa de Sociedad Anónima Pindapoy en la localidad correntina de Saladas. Arrancó su trabajo cooperativo en 1993, en plena crisis cambiaria y de desocupación de la Argentina.

Fueron poco más de 90 los trabajadores que se transformaron en socios fundadores de Unión Saladeña Limitada. En diálogo con El Portal de las Cooperativas, el presidente cooperativo Rubén Acosta destacó el esfuerzo propio en las negociaciones con los dueños de la empresa Pindapoy, en las que se logró que como parte de las indemnizaciones les cedieran las instalaciones y aparatos de trabajo. “Hoy en los papeles es nuestro, no estamos esperando la expropiación”, remarcó. De esos socios fundadores, hoy quedan 65, y unas 20 personas trabajando activamente, entre ellas ya una segunda generación de jóvenes cooperativistas.

La empresa de la economía social se dedica al lavado, puesta a punto y empaquetado de cítricos para su venta al por mayor. A diferencia de Monte Caseros, que es la zona correntina cítrica principal con producción de naranjas, Saladas se enfoca en la pequeña producción de limones y mandarinas. Trabajan con esa materia prima. Durante el resto de la década del ‘90 y principios del 2000, subsistieron con dos grandes contratos de exportación.

Aproximadamente desde el 2010 en adelante, se quedaron con el mercado interno. “Estamos sobreviviendo, pero sosteniendo nuestras fuentes de trabajo”, señaló Acosta y explicó que la repartición de excedentes es muy baja actualmente, sin embargo, tienen confianza en seguir invirtiendo para el crecimiento de la fábrica.

Dentro del mercado regional, trabajaron hasta 2020 con camiones chaqueños de distribución. Cuando iniciaron las restricciones en el marco del aislamiento social preventivo y obligatorio, Corrientes tomó duras medidas: “Estábamos trabajando bien con camiones de Chaco. Nos prohibieron el ingreso a pesar de que presentamos todos los protocolos y éramos esenciales (dentro del sector alimenticio)”, manifestó el consejero.

El reclamo por la desidia estatal hacia el sector se extendió a los gobiernos provincial y municipal. “Todo subsidio es nacional”, aclaró. Como ejemplo, puso los constantes pedidos de ayuda o aportes ante el excesivo costo eléctrico para una pequeña empresa como la suya, “tampoco fueron escuchados”, indicó Acosta. Explicó que el poco aporte estatal va hacia Monte Caseros, donde la producción es de volúmenes más altos.

Expectativas

Ante esta situación, consultado por lo que esperan para 2022, comentó que justamente trabajan con ayuda de un subsidio nacional en la ampliación de la empresa con un aserradero. Indicó que allí fabricarán pallets y cajones para el traslado de la fruta. “Se nos ocurrió por la demanda y para darle más valor” a su labor, añadió.

Sin compradores actuales, dijo que avanzan en el acuerdo con un distribuidor de Buenos Aires que esperan sea su contacto de compra y venta para este año.