La provincia cuenta con varios puntos productivos con salida de miel orgánica que han llegado a circuitos de exportación. Sin embargo, las condiciones necesarias para la sustentabilidad se vieron amenazadas este año por la crisis de agua y la sequía que continúa.

La Cooperativa El Mojo Limitada se encuentra en el departamento chaqueño Güemes, en la zona rural a 40 kilómetros de El Espinillo. Desde 2004 aportan al trabajo apícola chqueño, que sigue en crecimiento gracias al conocimiento histórico y las condiciones posibles de esta producción en la región del litoral.

La organización agrupa a varias familias apícolas de la zona que compartían la necesidad de organizarse y abrir espacios de comercialización de miel. Actualmente, El Mojo hace un trabajo desde El Impenetrable Chaqueño que inició para consumo familiar hasta certificarse para el comercio de producto orgánico, producir sus propias reinas y colmenas, e incluso poder exportar miel de calidad.

La Cooperativa se conformó tras el aporte financiero y estratégico del Programa Social Agropecuario (PSA) tal como lo señaló el actual presidente del Consejo de Administración, Agapito Ceballos, para El Portal de las Cooperativas. Sus antecedentes iniciaron en 1995 con la conformación de grupos asociativos, entre ellos “El Colmenar”, del Paraje El Mojo, y “Río Teuco” del Paraje La Bolsa

Según indicó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), las condiciones naturales y ausencia de cultivos agrícolas en la zona del Interfluvio chaqueño Teuco-Bermejito, donde se encuentra la Cooperativa, son circunstancias óptimas ambientales para el desarrollo de la apicultura orgánica. La certificación “orgánica” hecha por este ente logró la venta a mejor precio y bajo los principios de “Comercio Justo”.

Ceballos indicó que, desde siempre, “las familias trabajan integradamente”; comparten las labores y los circuitos de comercio. Este trabajo mancomunado y solidario logró que puedan adquirir desde el INTA el estatus de orgánico para la miel, requisitos vinculados al “manejo general de la producción, la sanidad de las colmenas, las situaciones medioambientales del área y las condiciones finales de extracción”, según señaló el instituto.

Ceballos remarcó que existe una impronta ecológica en el modelo de producción, al respetar los procesos naturales de la misma y creando “una logística para los reservorios de agua” y el “mejoramiento genético”.

Sobre este año, Ceballos manifestó la preocupación por la crisis ambiental que afecta a la provincia: “la sequía y la falta de agua”, en general. Indicó que lo único que pueden hacer es tratar de “recuperar las colmenas perdidas por la sequía”. Además, debido a que habitan en territorio rural, los efectos de la pandemia se notaron más que nada en “la falta de accesos a las distintas oficinas para hacer trámites”, relató, algo que podría facilitarles al menos la subsistencia con diferentes beneficios vigentes. En estas regiones, la brecha digital es notoria, tanto material como culturalmente.

Antecedentes

Tras la restitución histórica de hectáreas para familias de la zona, se conformaron dos grupos asociativos, la Cooperativa Talanaqonat, con las comunidades qom, y la mencionada Cooperativa El Mojo, con las comunidades criollas.

El Mojo logró esta importante certificación en 2009, un año después tuvieron una producción histórica de 197 tambores. Y desde allí, al mantener la cantidad, se lograron articular permisos para entrar a nuevos espacios de comercio.

El Mojo también integra el consorcio Wayra, que trabaja en “consolidar la cadena de valor en la calidad y diferenciación del producto, aprovechando con armonía y sustentabilidad de los recursos naturales ofrecidos por la eco-región del Gran Chaco Americano”, según señalaron.

También los productores y productoras en forma individual se asociaron a la Asociación de Productores Orgánicos del Norte Argentino (APONA), figura jurídica que les permite la certificación orgánica y el acceso a la certificación de Comercio Justo.