El emprendimiento lo llevan adelante personas que estuvieron privadas de la libertad y sostienen desde hace diez años sus propias fuentes de trabajo.

La Cooperativa de Trabajo Luz y Esperanza Limitada la crearon en 2011 para que quienes salieran de la cárcel pudieran trabajar. Su presidente, Ariel Caliyasa, habló con El Portal de las Cooperativas y contó cómo surgió la institución.

“Estuve privado de la libertad 11 años. Recuperé la libertad en el año 2005 y siempre estuve buscando oportunidades. Primero teníamos una fundación y en 2011 creamos la Cooperativa de trabajo porque necesitábamos marco legal para crear fuentes de trabajo y había muchas personas que necesitaban trabajar”, cuenta Caliyasa.

El rol del estado

La Cooperativa Luz y Esperanza establece un vínculo con el estado que los contrata para diversas tareas. Antes de la pandemia, realizaron mantenimiento de colegios de la provincia de Córdoba.

Además, confeccionaron mamparas protectoras de bioseguridad para la atención al público en la Dirección del Patronato del Liberado dentro del Ministerio de Justicia.

El trabajador plantea: “Estamos esperando que más áreas del Estado nos tengan en cuenta, nosotros buscamos ser una Cooperativa que tenga como columna vertebral la solidaridad, hablamos de los valores cooperativistas”.

Pequeños pasos

Los últimos dos años fueron difíciles para la Cooperativa, según cuenta su presidente. Muchos socios debieron buscar otros trabajos porque eran los sostenes de sus hogares.

“Tuvimos que vender maquinarias y llegamos a tener deudas importantes de luz e impuestos. Pero tratamos de comprar insumos para seguir produciendo”, agrega.

Los integrantes siguen capacitándose en corte de vidrios y elaboración de presupuestos. También incorporaron a más operarios y abrieron sus servicios a los hogares particulares. “Después de mucho trabajo logramos comprar una máquina que es una selladora y nos metimos en el mundo del vidrio de cámara para fabrica vidrio masivamente”, explica.