Mujeres cuyos hijos fallecieron en muertes violentas testimonian cómo se transformó su maternidad, cómo transitan el duelo y el reclamo para esclarecer los crímenes.

“El dolor nos va a acompañar siempre y nada nos devolverá a los ausentes. Pero mínimamente vamos por lo que nos enseñaron las Madres (de Plaza de Mayo): la verdad, la memoria y la justicia. Sin eso es imposible transitar un duelo, es imposible cerrar. Saber qué pasó y que haya responsables resulta primordial”, sintetiza el espíritu de la Cooperativa de Trabajo Pariendo Justicia Ltda. su referente Gabriela Vega. La organización nació hace ocho años para contener a familiares -en particular mujeres, en particular madres- que se iban encontrando en distintas instancias de reclamo por el esclarecimiento de los crímenes.

“La mayoría venimos de barrios vulnerados -tanto las mujeres como los ausentes tenían derechos vulnerados antes de los crímenes-, venimos del trabajo informal. Pensamos en formar una Cooperativa de servicios de limpieza, una dinámica que las mamás conocían y en la que se sentían dentro”, continúa la docente, quien se sumó a la agrupación tras la muerte de su hermano y acompaña a algunas de las mamás que dan su testimonio en esta nota.

“Cada caso del que nos enteramos remueve las heridas, porque nos ponemos en el lugar de esa mamá. Nos interpela todos los días. Y más cuando las víctimas son pibes, cuando se actúa con tanta impunidad y disvalor por la vida”, agrega Vega, preocupada no sólo por la actual ola de violencia sino por los efectos a corto y mediano plazo en las infancias atravesadas por estas tragedias (hermanos, compañeros y amigos de los jóvenes asesinados). Un nuevo fenómeno que impacta en cada familia que lo padece, pero también tiene efectos en la trama social.

Fuente: Por Alicia Salinas para La Capital.