La Cooperativa de Servicios Culturales de la Calle de los Títeres Ltda. trabaja hace 35 años en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si bien su sede física está en el barrio de Barracas, en donde realizan funciones, talleres para todo público y actividades, las y los 39 asociados están distribuidos por toda la provincia.

Nació como iniciativa de viejos maestros titiriteros que, con sabiduría y experiencia, encontraron en el cooperativismo la estructura para fomentar el crecimiento de la actividad. De esta manera, lograron establecerse como prestadores de servicios culturales, llevando sus propuestas a escuelas y hospitales, tanto públicos como privados.

El secretario de la empresa, Eduardo Gonzáles Andía, contó: “Hemos vivido mucho en estos años. Más de mil funciones en ámbitos hospitalarios, colaborando con la recuperación de distintas patologías y problemas de salud de chicos y chicas. Estuvimos con proyectos con centros de primera infancia, con actividades para niños y niñas de cero a tres años. Todos son desafíos que vamos aceptando, aprendiendo y haciendo nuevas metodologías para llegar a otros públicos”.

“Nuestros títeres hablan de la situación social que se vive, de esperanza, poéticas, mundos mejores que merecemos construir, del amor, la salud, el medio ambiente. Distintas temáticas que hacen falta recrear”, afirmó.

Siempre el presupuesto

La principal dificultad que la Cooperativa está transitando es la falta de presupuesto para desarrollar más actividades. A pesar de contar con un convenio con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los fondos no alcanzan para cubrir las necesidades de un espectáculo.

“Hacer una obra de títeres implica una parte plástica, una persona que pueda hacer los muñecos, las escenografías, los titiriteros, alguien que haga la producción, la dirección. Y también que alguien gestione la obra, cómo llega a distintos lugares; alguien que haga el flyer para la difusión. Son muchas cosas que se necesitan para que la obra llegue al público. Y los presupuestos son importantes para que llegue la cultura al pueblo”, expresó González Andía.

Además de reclamar por lo propio, acompañan la lucha del Sindicato de Actores, y otras entidades culturales que se ven afectadas por los recortes en materia pública.

En esa línea, afirmó: “Hace poco, logramos hacer circuitos de cien funciones en hospitales, y ahora no lo podemos hacer. Eso repercute en nuestros bolsillos como trabajadores, pero también en los chicos y chicas que no pueden disfrutarlos”.

Convivir con la tecnología

Lejos de negar el impacto y los beneficios de la llegada de la tecnología de forma masiva, el titiritero expuso que “cuando fue la pandemia, desde la cocina de mi casa pude prestar tres servicios y hacer tres talleres que fueron transmitidos a todo el mundo desde nuestra página, para que los chicos y chicas puedan disfrutar sus derechos culturales”.

“La tecnología potenció nuestra tarea. La pantalla nos informa, pero no es para estar todo el día. Y cuando presentamos una obra de títeres presentamos otras opciones a la pantalla. Para mí, son muy amigables con la tarea que estamos haciendo”, concluyó.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada por FM Identidad (Bragado, Buenos Aires).

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