El presidente de la Cooperativa de Trabajo Coopsol Ltda., René Sayago, recordó que la organización nació impulsada por la necesidad de generar empleo para jóvenes de la región. En aquellos años, la oferta laboral local era escasa y estaba mayormente vinculada al sector estatal. Fue en ese contexto que un grupo de jóvenes, dentro de la Fundación Casa de la Juventud, decidió apostar por el trabajo independiente. Primero incursionaron en la agricultura y, al poco tiempo, descubrieron en la apicultura una oportunidad para crecer.

Sin embargo, los inicios no fueron sencillos. La irrupción del parásito varroa y la africanización de las colmenas complicaban la producción, y la falta de conocimientos técnicos hacían que cada paso fuese un aprendizaje. Con el tiempo, lograron adaptarse, mejorar el manejo sanitario y reorganizar su estructura interna. La actividad se dividió en áreas: mercado interno, planta de proceso, exportación, administración y un departamento especializado en desarrollo y proyectos, clave para acompañar y fortalecer a otras organizaciones rurales.

Hoy, alrededor de la Cooperativa trabajan más de 30 personas de manera directa, entre técnicos de campo, personal administrativo, profesionales de calidad y especialistas en comercio exterior. Además, Coopsol articula con diversas Cooperativas del país, como entidades ubicadas en Sauzalito y Los Mederos (Chaco), La Blanca y Ficmor (Santiago del Estero), La Sumampeña (Alberdi) y numerosos grupos productivos que fueron surgiendo gracias a ese acompañamiento.

Uno de los hitos más importantes de su historia ocurrió cuando decidieron producir miel orgánica en pleno monte chaqueño, un ecosistema árido donde las abejas requieren agua aportada por los apicultores, pero que ofrece una floración amplia y resistente a la falta de precipitaciones. Desde 2005, este trabajo permitió consolidar una miel diferenciada, con identidad territorial y alto valor agregado.

El crecimiento también se reflejó en los mercados. Su primera exportación a Italia les demostró que era posible acceder al exterior. Luego llegó Brasil, y más tarde Europa, donde consolidaron estrategias para dejar de competir como commodity y presentarse como un producto premium. La miel orgánica de la marca Guaira, elaborada con identidad geográfica de Atamisqui, ya cruzó océanos y hoy también llega a Japón con etiquetas traducidas especialmente para ese mercado. Para el consumo local, mantienen la histórica marca Coopsol, presente en Buenos Aires y en varias provincias del norte.

El trabajador destacó que el cooperativismo exige claridad de objetivos, esfuerzo colectivo y una mirada de largo plazo. “Los liderazgos demandan tiempo y compromiso, pero nada de lo logrado sería posible sin el apoyo mutuo entre productores, instituciones y centros de investigación”.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en FM Tiempo (Rojas, Buenos Aires).

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