El 1 de mayo de 1922, tres obreros obtuvieron los primeros kilos de pan, tras elaborar cinco bolsas de harina. La Cooperativa Obrera Limitada de Consumo y Vivienda celebró este centenario con la inauguración oficial de su nueva panificadora central, ubicada en Brown 1475 de la ciudad de Bahía Blanca.
“Imaginemos por un minuto la Bahía Blanca de 1920. Casi 60 mil habitantes, creciendo económicamente a un ritmo vertiginoso junto a las actividades del puerto y de los ferrocarriles, con industrias incipientes y el desarrollo permanente del comercio y los servicios. Una ciudad que atraía personas más allá de las fronteras del país, es así, que argentinos e inmigrantes se fundían en un crisol de razas e ideas que se manifestaban en sus acciones y aspiraciones”, describió la presidenta de Cooperativa Obrera, Mónica Giambelluca al dar inicio al acto compartido con representantes de entidades cooperativas locales y regionales.
“Se hablaba de la carestía de la vida porque los alimentos aumentaban mucho más rápido que los salarios, en particular, el pan, infaltable en cada mesa familiar. Esas necesidades impulsaron a 173 obreros a crear el 31 de octubre de 1920 la Cooperativa Obrera Panadera, Molinera y Anexos, una denominación que por sí sola mostraba la visión del desarrollo de la entidad que animaba a sus fundadores”, recordó.
La primera decisión creó múltiples discusiones, y se impuso entre dos opciones: el alquiler de una panificadora en marcha o si se compraba un terreno y se construía una moderna cuadra propia. Primo esta segunda alternativa, si bien requería más esfuerzo aseguraba el desarrollo futuro de la organización.
Bajo el doble propósito de recordar el centenario de la primera hornada de pan que produjo la Cooperativa y la inauguración de la moderna planta panificadora para atender la demanda y necesidades de más de dos millones de asociadas y asociados. “Todo un mensaje de aquellos pioneros que pusieron en marcha esta entidad solidaria, que con su producción sin ánimo de lucro y especulación, pudieron distribuir el pan entre sus asociados a 23 centavos, mientras que en la ciudad las panaderías llegaban a cobrarlo hasta 50 centavos, menos de la mitad del precio de plaza”, enfatizó Giambelluca. De esta forma, la Cooperativa Obrera cumplió el primer objetivo: aportar a la economía familiar. En simultáneo se dio otro proceso, la entidad cooperativa se convirtió en una reguladora de precios, creadora de puestos de trabajo, condiciones laborales con ascendentes reconocimientos y competidora con otras empresas productoras de panificados.
“Nuestro desafío sigue siendo el mismo, respetando valores y principios cooperativos; llevar nuestro servicio cada año a más asociados, y con ello, generar más empleo digno y de calidad contribuyendo permanente a la economía familiar”, recalcó.
La nueva planta permitirá triplicar la capacidad de producción, de 60 a 110 toneladas mensuales para fin de año. Además, las instalaciones, fuerza de trabajo y maquinarias permiten 230 toneladas por mes. Actualmente, se desempeñan 49 empleados, que irán aumentando según la demanda lo requiera.
La historia recorrida y sus aprendizajes han permitido que se incorporen nuevas prácticas, pasando de la venta por unidad a venta al peso: la forma de respetar el lema del peso justo y la calidad de los productos.
“Muchos años después fuimos pioneros en la elaboración de productos naturales, donde junto al programa de la Universidad de La Plata incorporamos el agregado de aceites omega y fitoesteroles para el cuidado de la salud cardiovascular”, subrayó.
La Cooperativa Obrera aporta, a través de estos compromisos, al crecimiento y preservación de las comunidades. “Nuestro centenario de ninguna manera es nuestro punto de llegada sino un mojón más de este largo camino de la práctica cooperativa, aportando para la construcción de un mundo mejor”, finalizó.
“Quienes hemos transitado por la Cooperativa Obrera durante muchos años, hemos oído sobre los fundadores de la entidad, Juan Appella y Víctor Maronna, dos figuras esenciales del grupo de 173 personas que tomaron la histórica decisión de constituir una cooperativa para que inicialmente produjeran pan”, valoró el presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Consumo (FACC), Rodolfo Zoppi.
A cien años de la primera hornada, es importante reconocer el legado de estos iniciadores. “Cómo eran los Apella y los Maronna, y quiénes compartieron con ellos ese sueño”, enfatizó. Una generación marcada por los escasos recursos y entusiasmos concretados en pocos meses.
“Tenían una necesidad económica en común, y compartían el sueño de resolverla con el aporte de cada uno y con la fortaleza que da la unión entre ellos”, reveló, datos que surgen de las actas de los primeros años de reuniones. “Tenemos la certeza de que los fundadores eran gente humilde, de escasos recursos, en cambio, con muchas necesidades. Gente de trabajo, en una época en la que el trabajo se consideraba el pilar de la vida y del desarrollo familiar”.
Juan Apella era capataz de los talleres Bahía Blanca Noroeste, muchos de sus compañeros ferroviarios lo acompañaron en lo que, en principio, parecía solo una aventura. “La Cooperativa Obrera nació como hija de la necesidad”, destacó Zoppi.
A través del debate, las inteligentes discusiones y las búsquedas de consensos construyeron y gestionaron los primeros años de vida de la iniciativa. “Son las formas en las que se practican las dinámicas cooperativas, y el modo de fortalecer la convivencia entre sus miembros”.
El equilibrio entre sueño y realidad hizo posible llevar a adelante la primera hornada de pan. “Celebremos hoy la inauguración de esta moderna planta panificadora y recordemos con gratitud el origen que nos permite disfrutar de este día”.
El presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), Ariel Guarco, reafirmó su pertenencia a la entidad de consumo y tomó la palabra para dar definiciones: “La Cooperativa Obrera es una empresa social de los propios consumidores. Se hizo cargo de las necesidades de todo un pueblo, y hoy extiende sus servicios a 144 localidades”.
Destacó el circuito virtuoso entre producción, distribución y consumo. “Crea cadenas de valor éticas, donde se consume de una manera responsable y eso obliga a producir de una manera responsable”, valoró.
También reconoció que en estos días el precio de los alimentos vuelve a ser un problema, y el precio del pan es parte de esta situación. “La Cooperativa Obrera triplica su capacidad de producción para compartir el pan con más gente”, celebró.
El ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, Augusto Costa, envió a través de un mensaje grabado sus salutaciones. Destacó la dinámica cooperativa que hace posible dar respuestas a las necesidades de la gente y felicitó la iniciativa.
“Qué mejor manera de festejar que generando producción y más trabajo, que es algo que estamos necesitando en la provincia de Buenos Aires”, aportó la subsecretaria de Industria, Pymes y Cooperativas, Mariela Inés Bembi. También recordó que se han desplegado diversas políticas públicas a favor del asociativismo, entre ellas, el programa Cooperativas en Marcha. Bregó por el crecimiento del movimiento dentro de la provincia.
El secretario de Producción del Municipio de Bahía Blanca, César Tomassi, dijo: “Esto es proponer futuro, que nos ayudará en los próximos años con mayor prosperidad”. Además, resaltó la inversión en la tecnología de punta que se pone en funcionamiento en la planta de panificados. “En nombre del intendente Héctor Gay dejo este mensaje. La región se siente representada en la visión estratégica de la Cooperativa, y a todos los bahienses nos llena de orgullo”.
“Trabajadores, el pan y el horno un primero de mayo”, remarcó el presidente de INAES, Alexander Roig, y aseguró que esta imagen simbólica es de gran potencia.
Marcó la existencia de un concepto de trabajo con un gran respeto por la continuidad entre asociado trabajador y asociado consumidor: “Donde se ponen en sintonía todos los esfuerzos en la fuerza del trabajador. La Cooperativa Obrera representa esa capacidad de recomponer la totalidad del ser trabajador, que está en su potencia de trabajo y su potencia de consumo”.
Roig fundamentó la celebración del pan, y lo calificó como “uno de los grandes objetos civilizacionales, uno de los grandes objetos espirituales inclusive”. Hizo hincapié en la confianza que construye la Cooperativa Obrera: con sus asociados, con lo que se ingiere, con lo que se produce. “Esa práctica de devolver a sus asociados los excedentes es una forma más de construir confianza, un modelo de producción distinto”.
“Compartir el pan siempre ha sido una forma de construir la amistad y la sociedad, por lo tanto, la historia que tiene cada pan, cada producto cargado de los valores que están detrás de su quehacer”, fundamentó.
En cuanto al proceso de producción, habló del rol del horno: “Es decidir apoderarse del fuego, el símbolo del saber. Lo que ha hecho la Cooperativa Obrera es distribuir el fuego de los trabajadores. Cada vez que se prende un horno desde esa lógica lo que se hace es distribuir un saber popular sobre cómo comer, cómo producir, cómo relacionarnos, cómo construir sociedad”.
La jornada finalizó con el corte de cintas, y posteriormente, ofrecieron un recorrido por el predio, que está funcionando desde el mes de enero para lograr la puesta a punto de las diversas postas de trabajo.
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