En el corazón de La Boca, a pocos metros del circuito turístico de Caminito, un grupo de trabajadores sostiene un proyecto gastronómico y productivo que nació en plena crisis de 2001. En el local ofrecen pizzas, empanadas y cafetería, pero su apuesta principal es Boquita Dulce, una línea de alfajores inspirada en las tradicionales fábricas de la costa atlántica, pensada para convertirse algún día en una planta modelo abierta al turismo.

La presidenta de la Cooperativa de Trabajo Bechamel Ltda., Cristina Mangravide, recuerda que la iniciativa surgió en un contexto de emergencia social. “Después de la crisis nos fuimos organizando entre vecinos, articulando con programas del Estado para salir adelante”, explica la referente. La idea original fue producir alfajores como símbolo identitario: “Es uno de los productos más típicos del país y estamos en uno de los lugares más visitados de Buenos Aires. Siempre soñamos con una gran fábrica en el barrio”. El local donde funcionan está ubicado en una zona codiciada y, según cuenta la dirigente, esa realidad condiciona la actividad. “No tenemos otra alternativa que alquilar, pero hoy el alquiler se lleva todo lo que producimos”, señala Mangravide.

La referente también advierte sobre la presión inmobiliaria en el barrio. “El negocio inmobiliario quiere quedarse con todo y empujar a los sectores más vulnerables hacia el otro lado del Riachuelo. Los incendios en conventillos y la falta de políticas de vivienda están expulsando a mucha gente”, afirma. A pesar de eso, la presidenta insiste en que el proyecto de instalar una fábrica podría aportar al desarrollo local y también al turismo. “Sería un valor agregado para el recorrido de Caminito. En la costa las fábricas permiten ver el proceso y nadie se va sin su caja de alfajores. Eso mismo soñamos para La Boca”.

El grupo viene sosteniendo desde hace años actividades y talleres para jóvenes del barrio, aunque no siempre logran vincularlos con empleos estables. Para Mangravide, la estigmatización territorial sigue siendo un obstáculo: “Decir que sos de La Boca no ayuda a la hora de buscar trabajo. Y hasta los taxis muchas veces no quieren entrar al barrio”. Sin embargo, la referente aclara que la situación no es muy distinta a la de otros puntos de la ciudad. “Yo vi robos en plena zona universitaria. En todos los barrios pasa. Pero La Boca tiene mala fama y eso también afecta a quienes vivimos acá”. Además del sector gastronómico, el espacio ofrece un Matebar donde los visitantes pueden conocer la experiencia del mate como parte de la identidad local. “La idea siempre fue rescatar nuestra cultura”, subraya Mangravide.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en FM Frecuencia Zero (CABA).

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