Al recorrer el emblemático barrio de La Boca, la zona de Caminito, a media cuadra de la cancha de fútbol, se encontrarán con el local llamado Matebar que es gestionado por la Cooperativa de Trabajo Bechamel Ltda., donde una de sus socias fundadoras es Cristina Mangravide. “Quien tiene ganas de salir a pasear, se va a La Boca porque es un centro turístico y cultural donde hay artistas que exponen sus obras y el fluido de gente es permanente”, aseguró.

La propuesta para el turismo, principalmente extranjero, es conocer la historia de la yerba y el mate, además de enseñarles a preparar y tomarlo. “Le transmitimos nuestra cultura, a través de nuestra cotidianidad, y les encanta a los turistas, se sacan foto tomando mate, tenemos todo ambientado, hay murales del Diego, somos todos bien boquenses y la figura de Diego es muy fuerte en el barrio. Tratamos de aprovechar todo lo que le pueda interesar al turista de nuestro país, dentro de lo poquito que podemos, nos mantenemos con lo que generamos, entonces es una patriada realmente buenísima”, explicó la presidenta de la cooperativa.

El sueño de los alfajores típicos de La Boca fue de Cristina Mangravide cuando de visita a las localidades de la costa atlántica veía las fábricas de alfajores y pensaba: “ves a la gente trabajando, ves el dulce de leche, como hacen los alfajores y más vale que imposible resistirse a comprar una caja. Entonces siempre pensé porqué en La Boca no hay una fábrica de este tipo, en el lugar más visitado por todo el mundo en Buenos Aires”.

La originaria de la propuesta recordó: “siempre decía si tuviera plata haría realidad ese sueño, y la crisis me dio la oportunidad de armar este proyecto con todas las familias que estaban cobrando un plan en ese momento, el Estado nos convocó a que presentemos proyectos de unidades productivas, y llevé esta idea que ya tiene 20 años”.

Toda unidad productiva autogestionada, se sostiene con el esfuerzo propio, la Cooperativa de Trabajo Bechamel fue “creada por la gente del barrio y pasó que en la época de Macri por ejemplo, no se podía sostener las tarifas y se tuvo que cerrar y seguimos trabajando en ferias”, reconoció y agregó “a lo largo de estos años, una fue cosechando un gran caudal de compañeros, de apoyo, siempre teníamos algún lugar donde seguir con nuestro trabajo, no teníamos local, y seguimos en mi casa”.

El milagro

Viviendo una nueva crisis económica, relató la cooperativista, “nos vuelven a ofrecer el local donde trabajamos históricamente, y se alinearon los planetas, unos compañeros nos ofrecieron plata para seguir adelante con el trabajo, con mi idea de crear el alfajor típico que represente a La Boca o a la ciudad de Buenos Aires, que no lo tiene”.

Así obtuvieron la colaboración de diferentes personas, entre ellas quienes se criaron en el barrio y hoy tienen buenos trabajos y pueden aportar al sueño de la cooperativa. Por otro lado, también a través del Ministerio de Desarrollo Social lograron la provisión de herramientas necesarias para concretar el emprendimiento.

“No tengo ideas religiosas, soy atea, pero si yo creyera en algo diría que es un milagro porque armar una unidad productiva sin capital, es un milagro y también, a través de gestionar y convencer al funcionario de turnos de nuestra idea”, expresó.

Un faro

“Como cooperativa fuimos como un faro en el barrio, porque siempre apelo al trabajo y no al asistencialismo. Tuvimos un merendero donde se brindaba capacitaciones para adolescentes y jóvenes, aparte de la copa de leche buscamos la forma de generar trabajo, recuperando la dignidad del trabajo. Tengo chicos que eran de adolescentes cuando empezamos, en el 2003, y han estudiado, hecho una carrera, y hoy ya están casados con hijos, se despertaron diferentes vocaciones”, contó con gran satisfacción Mangravide.

La presidenta de la cooperativa Bechamel, milita en el movimiento Evita, de allí en esta última etapa informó que “se fueron sumando compañeros que cobran el Potenciar Trabajo, la cooperativa les brinda la posibilidad de que puedan llevar a cabo la contraprestación, trabajamos todos los días, de nueve de la mañana a las siete de la tarde en distintos turnos”, resaltó.

En otro momento, enfatizó la cooperativista, “la pobreza se combate con educación y con trabajo. Acá tienen un ingreso seguro con el plan y reciben un plus que sale del trabajo en Bechamel, además que adquieren el conocimiento de la elaboración de los alfajores”.

Todavía continúa en desarrollo el proyecto de los alfajores Boquita Dulce, por eso, para sostener el espacio tienen también venta de pizzas y empanadas.

Otro punto que destacó Mangravide en la entrevista radial fue la posibilidad del primer empleo para jóvenes, o padres y madres que tienen sus hijos e hijas pequeñas y que en general no son aceptados en trabajos formales.  “Vamos absorbiendo a quienes el mercado formal no da lugar, no discriminamos, el único límite es un milico”.

Para conocer más detalles se puede ingresar a su Instagram, y si vistan Buenos Aires, la dirección es Iberlucea 938, La Boca.

Inspiración tucumana
Al concluir el diálogo, la cooperativista recuerda la idea que tuvo en los años ’70, dónde tuvo en sus manos la revista Crisis y leyó la historia de Campo Herrera, localidad tucumana, “el origen cooperativista de Campo Herrera fue mi modelo a seguir, increíblemente como te digo la crisis me dio la posibilidad de llevar adelante aquel sueño que alguna vez tuve, así que de alguna manera le debo a Tucumán, toda esta construcción cooperativa”.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en FM San Alfonso (Yerba Buena, Tucumán).