Ubicada en Serrano, una localidad de cuatro mil habitantes, una entidad fundada hace casi seis décadas continúa ofreciendo soluciones a un grupo de productores tamberos que han sabido adaptarse a los cambios del mercado, sin renunciar a su esencia. “Hoy somos unos 40 socios activos y el objetivo es prestar servicios que acompañen el trabajo diario del productor”, expresó el integrante de la Cooperativa Tambera Dos Hermanas de Serrano Ltda., Martín Echavarri.

La organización cuenta con una planta de alimentos balanceados, realiza la recolección de leche con camiones propios, presta servicios de picado de forraje -clave en la alimentación del ganado- y mantiene un supermercado que atiende a asociados y vecinos del pueblo. Sin industrializar la leche, la producción se comercializa actualmente con una empresa privada que tiene su planta en James Craik.

Cambios y concentración

Durante la década del 80, la entidad llegó a reunir cerca de 200 tambos en su zona de influencia. Hoy son alrededor de 30 los que se sostienen en la región. “La actividad tiende a la concentración. El negocio requiere escala y eso no está al alcance de todos. Por eso muchos pequeños productores quedaron fuera”, explicó el trabajador.

La situación industrial no es muy distinta: “Con la caída de Sancor, que fue una experiencia de organización colectiva muy significativa para el sector, se reconfiguró el mapa de la industria lechera. Nuestra Cooperativa fue socia de Sancor hasta 2017, cuando comenzó el proceso de crisis que hoy ya parece irreversible”.

Frente a este escenario, la necesidad de reinventarse ha sido constante. “Algunos productores se animan a dar el paso hacia la industrialización y se asocian, no necesariamente en forma Cooperativa, sino también como sociedades, para lograr mejores condiciones de escala y llegar al mercado con marca propia. Aunque no en Serrano, sí hemos visto experiencias exitosas en otras localidades cercanas”, señaló Echavarri.

El desafío de seguir

En la actualidad, uno de los principales retos es la falta de recambio generacional. “Estamos por reformar el estatuto porque hay quienes salen de la actividad. El tambo estuvo durante muchos años en situación de quebranto, recién el año pasado hubo algo de rentabilidad”, comentó el dirigente. Otro factor que complica el panorama es la disputa por el uso del suelo. “Más del 50% de los tambos funcionan en tierras arrendadas y hoy la agricultura, con cultivos como soja, maíz y maní, compite fuertemente por esos campos. Eso deja a muchos productores fuera del negocio”, subrayó.

A pesar de las dificultades, la organización se sostiene con una administración sólida. “Tenemos un equipo que trabaja con responsabilidad y una estructura que se ha ido modernizando y diversificando. Eso nos permite seguir cumpliendo nuestro rol en la comunidad”, afirmó Echavarri.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en Radio Nacional Bariloche (Bariloche, Río Negro).

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