Ubicada al pie de la montaña, la Cooperativa de Trabajo Los Triunfadores Ltda. desarrolla su actividad en Mendoza en una zona donde el trabajo ambiental convive con una importante presencia de recuperadores urbanos individuales. Desde allí, su equipo -hoy integrado por siete trabajadores y trabajadoras- sostiene un esquema de recolección que abarca barrios, empresas, escuelas y puntos verdes municipales.

“Empezamos con un carrito de mano yendo a retirar a un barrio cercano. Después pudimos firmar un convenio con el municipio, que nos presta un camión todas las tardes para ampliar recorridos”, explicó la referente del grupo, Cristina Sagnier.

La tarea diaria combina capacitación en separación de residuos, visitas casa por casa y la recolección programada de materiales secos. En los barrios, los circuitos están organizados por días fijos, mientras que en el caso de empresas se establecen frecuencias específicas: desde retiros semanales hasta mensuales, según el volumen que cada una genera. Entre los puntos de mayor actividad se encuentra un open mall con gran concentración de locales gastronómicos, del que suelen retirar camiones completos de material reciclable.

El contexto económico actual, sin embargo, impacta de lleno en la actividad. “Llegamos a ser 30 cooperativistas. El trabajo y los residuos existen, pero el valor está tan bajo que hoy somos siete”. Según explicó, la industria compra principalmente a intermediarios, lo que dificulta sostener ingresos dignos. A esto se suma la competencia con recuperadores individuales que, muchas veces, recolectan antes de que la Cooperativa realice su recorrido. “Los jueves hay recolección diferenciada de secos, pero si pasan antes los recuperadores, el camión municipal termina llevando basura que no fue separada”.

Pese a las dificultades, la Cooperativa sostiene estándares de seguridad y cuidado que fueron incorporando a lo largo de los años. Con indumentaria específica, guantes y protocolos de manipulación, trabajan únicamente con residuos secos separados en origen. Para financiar estos insumos -costosos y de uso continuo- realizan ferias americanas cada dos meses, en las que venden ropa o artículos en buen estado que les donan los vecinos durante las recorridas.

El espacio donde funcionan forma parte de un predio amplio perteneciente a la Fundación Coloba, que gestiona centros educativos, un jardín maternal, una radio comunitaria y distintas actividades sociales vinculadas al barrio. Fue esta misma fundación la que impulsó, a comienzos de los años 2000, la creación de la experiencia cooperativa para ofrecer alternativas laborales seguras a familias que sobrevivían del basural a cielo abierto, cerrado finalmente en 2018. Con el tiempo, el grupo se independizó y se organizó como Cooperativa formal, aunque continúa trabajando en comodato sobre ese terreno.

Hoy cuentan con un tinglado, un espacio al aire libre, oficina, sala de descanso y servicios básicos que les permiten sostener su tarea cotidiana. La mayoría de sus integrantes son jóvenes estudiantes, lo que también forma parte del proyecto: la finalización del secundario y la continuidad educativa son requisitos internos para asegurar mejores oportunidades laborales.

A pesar de la crisis y del enorme esfuerzo que demanda el día a día, la cooperativa sigue apostando a la educación ambiental como camino a futuro. “Separar los residuos debería ser un hábito, como lavarse las manos o los dientes”, afirmó la cooperativista.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en Radio Viva online (Marcos Juárez, Córdoba).

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