La búsqueda inicial se dio en la búsqueda colectiva a dar respuesta a la necesidad alimentaria. Hoy son 40 las personas que conforman la Cooperativa de Trabajo Boca de Tigre Ltda. “Empezamos plantando tomates en el fondo de la casa de un vecino”, relató una de sus referentes, Valeria Silva.

“Nos juntamos con los vecinos y nos planteamos que hacíamos con los alimentos, en este contexto tan injusto que se estaba viviendo. Empezamos plantando tomates, hacíamos salsa y salíamos a vender, sumamos también algunas conservas de estación como mermeladas de membrillo, damasco, dulce de membrillo en pan, tomate en seco”, recordó la cooperativista.

Obtener las habilitaciones no fue tarea fácil. “Burocráticamente fueron meses difíciles, pero logramos la matrícula como Cooperativa, la habilitación de una sala de elaboración de alimentos y el registro nacional de producto alimenticio, este último pasito nos costó un montón y tenemos que celebrar por ello”, resaltó con orgullo.

La entrevistada reconoció que la provincia de San Juan no cuenta con políticas públicas reales y concretas que acompañen la actividad. Sin embargo, tuvieron el acompañamiento nacional y departamental principalmente y, de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT). “Con el apoyo de la UTT comenzaron a comerciar semillas agroecológicas, de polinización abierta, de rúcula y zapallo”, agregó.

Si bien reconoció que conformar una Cooperativa como corresponde y estar al día es difícil, destacó: “Nuestra principal herramienta es la organización, estamos bien organizados, nos está yendo bien y crecimos. Empezamos nueve y ahora somos 40”. Por otro lado, valoró el apoyo de un grupo de productores que no son de la cooperativa, pero que de alguna manera contribuyen al crecimiento.

La producción de semillas está siendo destinada al cinturón hortícola de La Plata. “No alargamos la venta, porque son tan pocas las condiciones, tanto climáticas como el acceso a la tierra, que no podemos producir en cantidad”, lamentó.

Las producciones a pequeña escala son realizadas por productores y productoras que no tienen tierra propia, por lo cual tienen que alquilarla y cumplir con ciertas condiciones. “Que quede cerca de nuestras casas, que tenga agua de pozo porque el riego no alcanza muchas veces. Además, en la provincia cortan el agua de riego de las fincas en mayo y recién la vuelven a largar en agosto. El Departamento de Hidráulica se encarga de la repartición y a veces no es muy democrático, las mayores extensiones de tierra se llevan la mayor cantidad de agua y esas son producciones de insumos y no de alimentos”, argumentó.

Sumando a la repartición desigual, añadió que es una zona con escasez de agua y que otra gran porción se la lleva el sector minero.

Seguir apostando

“El camino a la soberanía alimentaria y la agroecología es largo y se corren riesgos, porque cuando usas pesticidas, que son caros se garantiza un rinde, diferente a la manera agroecológica, que lo hacían nuestros padres y abuelos, y también lo hacemos porque no tenemos forma de acceso a ese paquete tecnológico de agro tóxico”, evaluó.

Sin embargo, ante la apuesta agroecológica y para mantenerse en esa decisión, la UTT tuvo incidencia en el acompañamiento y valorización de este trabajo. “Que nos digan que está bien lo que estamos haciendo, que no hay que usar los agrotóxicos, nos da valor. Se juntan un montón de cosas que, pese a todo, seguimos apostando al mundo agroecológico”, concluyó.

Desde la UTT lograron organizar una red de almacenes UTT a nivel país en los cuales se pueden encontrar los productos de todas las pequeñas cooperativas nucleadas en la entidad.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en el programa Argentina en el Mundo, en Radio Argentina (Resistencia, Chaco).