La Cooperativa de Trabajo Algodonera Santa Fe Ltda. funciona en el Parque Industrial de Reconquista. Su historia se incorporó a la de las fábricas recuperadas por sus trabajadoras y trabajadores en Argentina, cuando la Algodonera Santa Fe le puso fin a su historia -allá por 2014- sin importarles las consecuencias humanas.

El personal tuvo que hacerse cargo de la empresa que se había inaugurado en 1981, y que por más de 20 años fue cambiando de dueños. Su cierre no sorprendió porque era la crónica de una muerte anunciada. “Estábamos en el suelo”, graficó en declaraciones para El Portal de las Cooperativas el actual secretario de la empresa cooperativa, Francisco Hilguero.

El último dueño -y vaciador- fue Alberto Lichtenstein. La empresa empleaba a 123 personas. Las instalaciones de la fábrica quedaron en mal estado y con deudas a proveedores y servicios como la energía eléctrica.

“Tenía malas intenciones y quería perjudicar a muchas personas, incluyéndonos a nosotros”, señaló Hilguero.

Después de que la empresa quebró, formaron la cooperativa en 2018 con la ayuda de profesionales. “Inicialmente eran 76 compañeros de la empresa anterior, y ahora 120”, contó con alegría el cooperativista.

A toda máquina

Han logrado ponerla en marcha y tienen una producción importante. A pesar de las dificultades, siguen adelante. Celebran la incorporación de jóvenes y sobre todo de mujeres.

Fabrican hilados de algodón en dos líneas de producción: Open-End, que es más rústica y se utiliza para prendas como ropa de trabajo, y la convencional, que es más fina y se utiliza para productos como sábanas. Los hilos se venden a empresas en Buenos Aires que luego fabrican telas.

Obtienen la materia prima del algodón principalmente de Chaco y Santiago del Estero, aunque también se abastecen del norte de Santa Fe, “La Cooperativa más grande con la que trabajamos es la Unión Agrícola de Avellaneda, ubicada cerca de nuestra ciudad”, refirió.

Las expectativas y motivaciones de la Cooperativa de Trabajo Algodonera Santa Fe se centran en seguir generando fuentes de trabajo y beneficios para la comunidad. Es importante reconocer el impacto positivo que han tenido al proporcionar empleo a muchas personas y colaborar con otros sectores como transporte e insumos.

El valor agregado

Crecieron agregando valor a la empresa a lo largo de los años, “cosa que antes no teníamos”, aportó Hilguero. Dio el ejemplo concreto cuando empezaron con la producción de tela para sanidad durante la pandemia, “fue una gran iniciativa, como un as de espada que teníamos bajo la manga”.

Diversificaron su negocio y crearon una cadena económica en la región con una boca de venta de tela “que surgió casi de casualidad de parte de las talleristas, modistas, conocidas popularmente como costureras, una gente muy linda”, las definió.

La idea de diseñar ropa y trabajar con talleres costureros ha sido exitosa, y ahora están vendiendo sus productos en varios lugares, incluyendo Santa Fe, Corrientes y Rosario.

Han logrado impulsar el movimiento de un engranaje de la economía social con ocho talleres, una gráfica y un taller de bordado, todos externos a la Cooperativa, “son familiares o se agrupan entre vecinos para trabajar. Somos afortunados por el éxito de todo lo emprendido”, reconoció Hilguero.

Por si fuera poco están participando y motorizando una feria con precios justos y brindando prendas accesibles a la comunidad. Respecto a la marca, están en proceso de gestión y por ahora se identifican con la denominación Cooperativa.