La Cooperativa de Trabajo Cuchiyaco Ltda., situada en la ladera del cerro Velasco y alimentada por las vertientes que descienden de la quebrada, es parte de un entorno fértil donde conviven fincas, frutales y prácticas tradicionales de cultivo.

Allí, entre acequias y montes verdes, se elabora una diversidad de alimentos que recuperan el sabor auténtico de la región: aceite de oliva, aceitunas verdes y negras, pastas gourmet, dulces y mermeladas de higo, membrillo y durazno, vinos locales y productos derivados de la nuez. También desarrollan propuestas innovadoras como barritas de cereal con miel y pasas, café de algarroba y otras preparaciones que aprovechan la riqueza natural del valle.

La tesorera de la entidad, Clara Larisgoitia, es una de las voces que sostiene este proyecto colectivo. Desde Buenos Aires llegó a la zona por elección personal, y encontró allí un entramado comunitario que la llevó a comprometerse con el trabajo asociativo. “Muchos de nosotros ya compartíamos cosechas, trabajos y espacios antes de formar la Cooperativa. Era una manera de vivir, y darle forma cooperativa fue un paso natural”, cuenta.

El crecimiento de la entidad no fue inmediato. Comenzaron con producciones pequeñas, cocinando dulces de forma artesanal, y con el tiempo lograron mejorar su infraestructura, obtener habilitaciones y ampliar su capacidad productiva. Hoy participan en ferias agroecológicas, sostienen redes de consumo entre provincias y realizan envíos regulares a distintos puntos del país, llegando a mesas que quizás nunca habían probado productos procedentes de este rincón del norte riojano. Aun así, mantienen una presencia local activa, entendiendo que el vínculo con el territorio es central para construir soberanía alimentaria.

La Cooperativa sostiene también una mirada política del hacer cotidiano. En una región donde avanzan proyectos de monocultivo y modelos extractivos que requieren un uso intensivo del agua —un recurso cada vez más escaso en La Rioja—, la propuesta agroecológica se vuelve parte de una disputa más amplia por el futuro del ambiente y la vida en los pueblos. “Intentamos mostrar que hay otros caminos posibles, más sostenibles y más justos para quienes vivimos acá. El monte ofrece una abundancia enorme sin necesidad de desmontar ni agotar el suelo”.

El vínculo con la comunidad, admite, tiene sus desafíos. La figura cooperativa genera distintas percepciones, pero la persistencia, el trabajo visible y los logros concretos han ido generando respeto y reconocimiento entre vecinos y vecinas. “Nos dicen que somos guapos, que trabajamos mucho. Y ese es nuestro modo de dar la discusión: haciendo, mostrando que se puede producir de otra manera”.

Hoy, la Cooperativa transita una etapa de expansión: construye su propia sede, después de años de funcionar en un espacio en comodato, y proyecta ampliar la producción para llegar a nuevas familias en distintas provincias. Paralelamente, fortalecen su participación en redes federativas, espacios agroecológicos y actividades comunitarias que buscan defender el agua, la tierra y los modos de vida locales.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en Radio La Tosca (Santa Rosa, La Pampa).

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