La Cooperativa de Trabajo y Provisión de Servicios para Productores Rurales Newen Pampeana Ltda. tuvo su origen en la localidad bonaerense de Lincoln de la mano de un proceso de transición a la agroecología en 2016, con un grupo de ciudadanos motivados por la Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología (Renama).

En 2017 convocaron a un grupo de productores y realizaron visitas a experiencias similares en Guaminí, y Coronel Suárez, y en conjunto con ingenieros agrónomos empezaron a formar un equipo de trabajo que para 2019 integraba a cuarenta productores.

El referente de la entidad, Pablo Arguilla, contó: “Así se fue transitando hasta que parte de los productores y gente que formaba el grupo decidimos crear una Cooperativa de Molienda. Adquirimos un molino y empezamos a hacer harinas ecológicas. Estamos produciendo granos de harina de trigo, maíz, y vamos paso a paso creciendo en otros productos, para darle un valor agregado al proceso”.

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“En la región se dio una situación especial donde había un lugar fértil para que creciera la agroecología. Aunque del grupo grande se quedaron tres personas de Cambio Rural, hoy en día hay más productores, y la agroecología está creciendo en forma impensada. Va por buen camino, demostrando que es posible en la huerta, en campos chicos medianos y grandes”, afirmó.

 El valor de la tierra

Rescatando los saberes ancestrales de la agricultura, y que se habían perdido con el modelo convencional que utiliza agroquímicos y apura los procesos naturales, el trabajo de la Cooperativa también incorpora tecnología moderna.

“Hay muchas estrategias. Por ejemplo, en el tema de plagas, uno de los principios básicos es la biodiversidad. Mientras más variedades de cultivos haya, las plagas son menores. Hay insectos benéficos, que combaten a los que son nocivos. Pero se resuelve de forma natural, en equilibrio”, explicó Arguilla.

Asimismo, señaló que el principal objetivo es entender los ciclos de la naturaleza y los procesos que se dan en el campo, aunque en algunos casos implique perder una porción de la producción: “Modificar genéticamente no es necesario, solo se hace para que las diferentes plantaciones resistan a los químicos. Lo que pasa es que, después de un tiempo, generan resistencias y cada vez hay que poner más químicos”.

Sobre la decisión de apostar por una producción sin agroquímicos, el referente valoró que dentro de la agricultura hay muchas alternativas, pero que “hay muchos intereses en juego. Plata, poder, propaganda. La agroecología tiene tres dimensiones. La económica, que tiene que ser rentable y sustentable; La parte ecológica, en su relación con la naturaleza dejando el campo en mejores condiciones de las que estaba; Y la parte social, donde entra lograr un precio que sea accesible para todas las personas”.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada por Radio De la Azotea (Mar del Plata, Buenos Aires).