En la Villa 31, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un grupo de mujeres recibió una donación, poco convencional, y supo verlo como una oportunidad. Lograron transformarla en una salida laboral para sostener a sus familias. “Se marginaba mucho a las personas que vivíamos en la villa. No podíamos conseguir trabajo sólo por el hecho de ser villeras”, recordó en una entrevista radial, una referente de la Cooperativa de Trabajo Las Amazonas, Maricela Escalante Arteaga.

La Cooperativa textil nació hace cinco años en un Espacio de Mujeres y Disidencias, donde el grupo se reunía en la búsqueda de una oportunidad de emprendedurismo. La necesidad de generar ingresos para sostener sus hogares llevó a estas mujeres a buscar soluciones creativas.

Una donación inesperada, un parapente en desuso, se convirtió en el punto de partida para lo que sería su emprendimiento. “En ese momento creamos una hamaca paraguaya, dándole una segunda vida al parapente. Una compañera lo descosió, otra lo lavó y empezamos a ver qué se podía hacer para darle una segunda vida útil a esa tela que la gente descartaba”, explicó Escalante Arteaga.

Así, la cooperativa se orientó hacia la producción de artículos sostenibles, promoviendo el cuidado del medio ambiente. Las Amazonas comenzaron vendiendo sus productos en ferias locales, pero la pandemia obligó a adaptarse y expandirse al mundo digital. “La pandemia hizo que teníamos que estar en nuestras casas y ahí surgió el Instagram, que fue un punto clave para que nuestra cooperativa siga creciendo. Es nuestro punto principal de venta”, señaló Escalante Arteaga.

En su cuenta de Instagram, @Amazonas.coop, comparten fotos de sus productos, como mochilas, bandoleras y cartucheras, todas confeccionadas a partir de telas recicladas de parapentes.

El trabajo en la cooperativa es un esfuerzo colectivo donde todas las socias comparten responsabilidades. “Nosotras hacemos todo, compramos, confeccionamos, vendemos. Es un montón lo que se aprende, uno no sabe lo que es el día a día”, aseguró.

La cooperativa se organiza de manera horizontal, sin jerarquías, y cada integrante tiene un rol específico que incluye la compra de materiales, el control de stock, la gestión de pedidos y entregas, y la contabilidad. “Nos vamos rotando, todas tenemos que saber todo, para que pueda funcionar porque si alguna no puede, otra puede cubrirla, acompañarla, hacerle sentir que no está sola y contar con las compañeras, eso hace que Amazonas siga funcionando hasta ahora”, sostuvo.

El alquiler de un espacio y los costos operativos representan un gran desafío económico actualmente. “Tenemos que cubrir un alquiler de 150 mil mensuales y los retiros de cada compañera. Es un laburo gigante el que se hace”, comentó y añadió “la situación económica está difícil para todos, y los emprendedores, comercios chicos, tiendas, kioscos estamos atravesando una crisis económica muy fuerte”.

Sin embargo, la cooperativa sigue apostando por la unión y el trabajo colectivo. “Tenemos que apostar por nuestros espacios cooperativos, no bajar los brazos. Es clave que sigamos trabajando y que la gente conozca estos espacios y nuestro trabajo, que se vea el trabajo cooperativo, la unión y compañerismo”, agregó.

Impacto en la comunidad
La labor de Las Amazonas va más allá de la producción textil y su representante no dudó en animar a potenciales clientes y/o consumidores de los productos cooperativos. “Al hacer una compra a las cooperativas, ayuda a las personas de los barrios populares que trabajamos de sol a sol para poder sacar adelante nuestra familia”, estimuló.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada por FM Frecuencia Zero (CABA).

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