La Cooperativa Apícola Villa de Soto Ltda. reúne actualmente a alrededor de 75 socios y socias que participan tanto de la actividad apícola como de distintas prácticas agropecuarias de pequeña escala. Su origen se encuentra en la necesidad de organizar la producción local y aprovechar las características propias del noroeste cordobés: un ambiente sin uso de agroquímicos y con un ecosistema que favorece el manejo orgánico.

La mayor parte de los integrantes desarrolla apicultura en condiciones naturales únicas. Inserta en la zona fitogeográfica del Chaco Árido, la región cuenta con floraciones autóctonas como algarrobo, mistol, jarilla, brea y atamisqui, que cada temporada permiten obtener una miel con fuerte identidad territorial. Este entorno, libre de cultivos extensivos como soja o maíz, ofrece una ventaja comparativa que potenció el crecimiento de los grupos de productores orgánicos. Actualmente, más de cincuenta apicultores participan de sistemas de certificación y comercialización diferenciada.

El impulso de los últimos años se vio acompañado por múltiples espacios de articulación: una escuela municipal apícola que forma nuevos trabajadores, la Expo Apícola local que ya suma cuatro ediciones, y los vínculos con organismos provinciales y empresas dedicadas a la compra y exportación de miel. Esta red institucional permitió sostener el crecimiento y mejorar las condiciones comerciales sin perder la identidad comunitaria.

A la actividad principal se sumó también una unidad agropecuaria que amplía las oportunidades económicas. A través de un proyecto que permitió adquirir maquinaria específica -tractor, enfardadora y cortadora de alfalfa- la Cooperativa incorporó la producción de fardos destinados principalmente a provincias vecinas como La Rioja y Catamarca, donde el consumo de forrajes aumenta tras los inviernos secos. Esta diversificación fortaleció la presencia regional y abrió un circuito económico que beneficia a pequeños productores.

La temporada actual encuentra a la organización en un momento clave. Con una floración intensa y colmenas que muestran buen desarrollo, las expectativas para la cosecha son altas, aunque persisten desafíos vinculados a la sequía y a cambios climáticos que afectan la duración de la floración. Aun así, el entusiasmo es generalizado: la combinación de monte nativo, saber productivo y trabajo cooperativo promete un ciclo favorable.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en el programa Bienestar y otras yerbas, en AgenHoy Radio (Florencio Varela, Buenos Aires).