La escuela circense Trivenchi, con desarrollo en los barrios porteños de Barracas y Constitución, tiene 22 años de funcionamiento. Actualmente son 13 integrantes, artistas de circo, y con los años también un grupo se fue perfeccionando en áreas como gestoría cultural, comunicación y técnica.

En su conformación jurídica como Cooperativa de Trabajo Trivenchi Ltda., es socia fundadora de la Federación de Cooperativas Culturales de la Argentina Arde Ltda.

En diálogo radial, el gestor de proyectos de la Cooperativa Trivenchi, Joaquín Lozada, contó que su primera pasión fue el trapecio, luego por la pandemia y las necesidades que fueron surgiendo en la institución se especializó en relaciones institucionales: “Entendimos que era importante vincularse para afuera, no solo con nuestres alumnes, sino también con otras Cooperativas, con otros colectivos”.

Después de un proceso de interacción que tuvo un recorrido presencial, y su costado virtual, en marzo de 2023 le entregaron la matrícula a la Federación Arde. Inmediatamente, presentaron un proyecto al Ministerio de Cultura de la Nación, que fue aprobado, y así, tres referentes de distintas Cooperativas culturales recorrieron la Patagonia norte.

“El objetivo de nuestra Federación, y este viaje, es un poco entender cómo son las dinámicas en las provincias, cuáles son las leyes que regulan la habilitación de los espacios… Porque en los municipios, a veces, cuesta sensibilizarse con esto, porque los centros culturales producimos sentidos y contenidos en diversas formas, no somos bares o boliches, sin desmerecer ese trabajo. Es una inversión para hacer crecer la sociedad de una manera más equitativa”, enfatizó.

Este recorrido que se está iniciando, busca aportar, con sus años de experiencia, acompañamiento a las demás Cooperativas que integran la federación y a aquellas que quieran incorporarse.

Amor y responsabilidad

Las personas que se acercan a la escuela circense de Barracas tienen diversos objetivos. “Hay alumnes que quieren ser profesionales. En tiempo de ingresos a las dos carreras universitarias que existen, llegan aspirantes al galpón para limpiar algunas técnicas, o algún número, y los y las profesoras les asistimos”, ejemplificó.

Otro tipo de asistentes es aquella persona que quiere hacer ejercicios, y ven a las técnicas de circo como algo desafiante: “Las y los profes de galpón, ponemos bases pedagógicas, de brindar herramientas en cuanto al acceso, porque podés desglosar lo que sabés para ayudar al otro, para que de a poco vaya incursionando en el arte que le interese”, distinguió.

“Valoro mucho que la gente amateur venga a aprender, y como profesor los trato, no como que vienen a recrearse sino que vienen a aprender una técnica. Como cuando tocás una guitarra, el profesor tiene que transmitir desde un lugar de amor y de responsabilidad. Sin obviar el disfrute porque no puede ser una actividad en la que uno sufra”, precisó el artista.

“Me gusta el circo porque es un arte popular, intergeneracional y tiene una variedad de técnicas, que podés elegir, no tenés que ser bueno en todas, por eso creo que es importante elegir la identidad y también la aceptación de la diversidad”, evaluó Lozada.

Ante esto también reconoció: “El circo era muy del agite, de la exigencia y esa reflexión nos lo dieron los movimientos feministas. Cada cuerpo es único y que hay un trabajo grupal, que contiene, que ayuda, pero también es un desafío con uno mismo o una misma o une misme”.

Recordó un episodio de años atrás, cuando el gobernante de la Ciudad de Buenos Aires era Mauricio Macri, quien intentó desalojar el espacio -cedido de palabra por gobiernos anteriores-, y hasta hoy no lograron tener la documentación que avale esta realidad.

“En esa coyuntura y como integrante de Trivenchi siempre supe que, ante cualquier intento de desalojo, vamos a poder resistir: tenemos estrategias colectivas, somos expertos en el arte de visibilizar las injusticias, así que creo que será difícil que nos saquen de donde estamos”, afirmó.

En éstas dos décadas de historia, la escuela circense dio lugar a integrantes que alcanzaron carreras internacionales y siempre desde un espacio cooperativo. “Como representante de Trivenchicontamos con el respaldo de la comunidad. Por eso, en algún momento solté la lucha, porque lo que hacemos, lo hacemos bien, por eso apelamos a financiamientos que tengan que ver con nuestra constitución cooperativa, con la sensibilidad del Ministerio de Cultura u otras sensibilidades que no son las que tiene el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que invierte el 2% en la cultura independiente”, detalló.

Ser artista

Joaquín Lozada relató sus inicios con el trapecio. “Tenía alrededor de 20 años, ya practicaba aéreos hacía tres o cuatro años, no había muchos lugares para actuar y no eran abiertos para personas desconocidas. Y Trivenchi, sin ser socio de la Cooperativa aún, me dejó actuar muchas veces, y eso me dio un espacio para formarme. Porque uno entrena, pero sin tener el rebote del otro lado, con lo escénico, el ponerse nervioso, el circo, el riesgo. Trivenchi tuvo y tiene una visión abierta a recibir y fomentar los talentos escénicos para que puedan crecer en esos oficios”.

“El trapecista tiene un cierto nivel de intensidad y con los años uno va aprendiendo a elegir sus batallas, así como se gestiona el espacio, se gestiona el ser artista. Sigo entrenando y el año que viene espero dedicarme a full en la creación artística. Con la pandemia y las dificultades económicas, en un momento entendí que era importante ocuparme como gestor para sostener el galpón, y también en esto, trabajo con otros centros culturales. Y en lo administrativo encontré algo que me gratificaba mucho porque me gusta ayudar y que los proyectos crezcan”, reflexionó.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en el programa El Prisma, que se emite en Radio De la Azotea (Mar del Plata, Buenos Aires).