La experiencia se remonta a 2001, cuando un grupo de trabajadoras de una institución médica privada quedó repentinamente sin empleo. “Las dejaron en la calle de un día para el otro”, recordó Alicia Rosa Barría, una de las referentes actuales de la Cooperativa de Trabajo La Merced Ltda. Frente a esa situación, las mujeres -en su mayoría madres de familia- sostuvieron una larga lucha que se extendió durante ocho años, sin abandonar nunca el espacio de trabajo. De ese proceso surgió la organización que hoy continúa en funcionamiento.

Actualmente, el equipo está integrado por unas 30 asociadas y asociados que administran una clínica de pequeña escala, con ocho camas de internación y servicios básicos para la atención de la comunidad. “No somos una clínica grande, pero damos respuesta todos los días y eso implica una pelea constante”, explicó la dirigente. La particularidad del esquema es que los médicos que atienden no forman parte de la entidad: son profesionales independientes que utilizan la infraestructura para brindar sus servicios.

Esa modalidad responde a una realidad estructural de la región. Según señaló Barría, hay una fuerte carencia de profesionales y muchos llegan desde ciudades más grandes, a más de 120 kilómetros de distancia. “Vienen uno o dos días, cobran particular y se vuelven. A veces no trabajan con obras sociales, pero la gente paga igual para no viajar”, describió. En ese escenario, la guardia y las internaciones se convierten en el principal sostén económico del proyecto.

A la atención clínica se suma la gestión de un geriátrico, el único habilitado formalmente en la localidad, con capacidad para 19 residentes. “Las exigencias son muchísimas y las cumplimos todas, aunque seamos chicos”, afirmó la referente. Las habilitaciones, los controles y los requerimientos técnicos representan un desafío permanente, sobre todo para una estructura de tamaño reducido que no recibe subsidios ni aportes estatales.

“Todo se mantiene con el esfuerzo de los socios”, remarcó Barría, quien destacó el valor del trabajo colectivo para sostener una institución con identidad y trayectoria en la comunidad. En ese sentido, subrayó la importancia de transmitir a quienes se incorporan que no se trata solo de un empleo. “Esto es de todos. Si se cae algo, nadie va a venir a arreglarlo por nosotros”, señaló. El compromiso cotidiano, las largas horas de trabajo y la defensa de un espacio recuperado forman parte de una convicción profunda. “La llevo muy adentro. Trabajamos para todos, no individualmente”, expresó la cooperativista, convencida de que el crecimiento solo es posible desde la participación y el sentido de pertenencia.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en el programa Tendencias, en Radio Argentina (Resistencia, Chaco).