En un encuentro virtual, se compartieron reflexiones alrededor de las luchas de las mujeres y cómo resuenan en los ámbitos de trabajo cooperativos.

La gerenta del Banco Credicoop filial Ingeniero White, Natalia Fontán, impulsora de la actividad, dio puntapié a la jornada y subrayó la importancia de recordar el 8M desde la conquista de los derechos por parte de las mujeres. La secretaria del área educativa de la Comisión de Asociados y Asociadas de la sucursal, Alejandra Cendali, aportó las cuestiones pendientes por parte de la sociedad e invitó a compartir un video realizado por las organizaciones culturales del Banco Credicoop.

El audiovisual recorrió la historia de los feminismos y diversidades a través de las conquistas de derechos. “Son muchas las herramientas con las que cuenta el movimiento cooperativo para crear ámbitos de trabajo libres de violencia de género”, propuso la secretaria de la Cooperativa de Trabajo Ecomedios Limitada, Natalia Schnaider.

Entre los recursos generales destacó el momento de la creación de una cooperativa, ya que está signado para dar respuesta a las necesidades de un grupo de personas o una comunidad y esto constituye un elemento genuino. También apuntó a los valores y principios que son determinantes para encuadrar las actividades, objetivos y misiones de las entidades de la economía social. “Estamos centradas en las personas, que son el punto de partida y de llegada, objetivo completamente humano y humanizante”.

Respecto a las propuestas específicas enfatizó el compromiso firmado por la mayoría de entidades cooperativas, el Pacto Cooperativo por la No violencia de género, que se constituye en un eje fundamental para la creación de protocolos de actuación hacia dentro de las organizaciones. También insistió que el contexto político actual es favorable, desde la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidades y políticas públicas a favor de las mujeres y las diversidades.

“La capacidad de lucha en las calles de la que da cuenta el movimiento feminista que ha permitido la ampliación de derechos desde el sufragio hasta la interrupción voluntaria del embarazo, y también la instalación de nuevas perspectivas acerca de quiénes se encargan de los cuidados en los hogares, e incluso, cómo le brindamos recursos a nuestras hijas en cuanto a llevar adelante la administración de sus propios ingresos económicos”, consideró.

Sin embargo, apuntó sobre los números de femicidios a un año de la pandemia por Covid-19, situación que visibilizó aún más las situaciones de violencia en los hogares. “También es cierto que en los ámbitos de trabajo se naturalizan actos cotidianos violentos: tanto en los estereotipos de roles, de cuerpos, prácticas verbales o de acción que van en desmedro de los proyectos, propuestas u opiniones aportadas por las trabajadoras. Esto nos imposibilita en la mayoría de los casos pensarnos libres”.

Para cerrar el encuentro, Schnaider propuso revisar cuáles son los procesos de incorporación de las asociadas, en especial en algunas cooperativas de servicios públicos -lo tomó como ejemplo- donde los servicios suelen estar a nombre de los varones, y esto no permite que las mujeres participen en las reuniones porque no son contadas como asociadas, y por lo tanto no acceden a puestos de representación.

Asimismo, dijo que “las mujeres estamos calificadas profesionalmente para realizar las tareas por las que nos incorporamos a una cooperativa, y de hecho no deberíamos necesitar validar mayores requisitos que los varones asociados, como parece suceder en la mayoría de las ocasiones. Será un buen paso naturalizar estos procesos de liderazgo y participación en los espacios de decisión”.

Afirmó que es necesario mantenerse con la escucha atenta de las compañeras asociadas, “creo que aún hay mucho por hacer, el recorrido es largo y diverso, por eso se hace necesaria la revisión periódica de la dinámica de nuestras cooperativas, atendiendo a las situaciones cotidianas y garantizando ámbitos pacíficos, constructivos y creativos”, finalizó.