Un grupo de diez trabajadores enfrentó un gran desafío en 2014, cuando la empresa gastronómica en la que trabajaban se fundió, el dueño los dejó a la deriva, y ellos tomaron la posta y refundaron La Robla, como Cooperativa. A partir de 2015 comenzaron un nuevo capítulo, que en pandemia nuevamente se complejizó y actualmente, el panorama no es alentador.

A pesar de estos desafíos, la cooperativa se mantuvo firme en su misión de ofrecer una cocina de calidad. “Seguimos ofreciendo la misma cocina: pescados, rabas, frituras, minutas… siempre abierto al mediodía de lunes a domingo y de jueves a sábado por la noche”, detalló el presidente de la Cooperativa de Trabajo La Robla Ltda., Carlos Delucca.

La calidad de su comida es lo que les hizo ser reconocidos y recomendados, por eso “se puede reducir en todo, menos en la calidad”, afirmó.  Están ubicados en Chacabuco 82, zona céntrica de Capital Federal. “Estamos encarando una etapa complicada, se vienen un montón de aumentos, la caída en las ventas, los impuestos, es un combo que perjudica a las pymes de cualquier rubro, vamos a ver cómo colapsan las empresas y atrás de ellas hay un trabajador y detrás, una familia”, lamentó.

En relación a los subsidios o ayuda que reciben contó que recibieron a través del INAES, un aporte para equipamiento, y “los trabajadores cobramos el Potenciar Trabaja y con lo que surge de las ventas tratamos de pagar alquiler, expensas, mercadería, y si se rompe algo, arreglarlo”, detalló.

También reconoció que “el descuento del 60% en energía por pertenecer a una cooperativa de trabajo, es fundamental, pero no sé cuánto va a durar”, dijo con preocupación, anticipándose a la posible eliminación de estos beneficios y que significará menos dinero destinado a reinversiones o aumento de sueldos.

La Robla ofrece un menú ejecutivo destinado a oficinistas y personas que frecuentan la zona, disponible de lunes a viernes para el almuerzo. “Tenemos un listado de platos con opciones variadas, cada uno puede armar su menú a gusto”, explicaron.

A pesar de los desafíos, La Robla no baja los brazos. “Ojalá que podamos subsistir, pero se entiende que es un rubro donde la gente también recorta en su presupuesto en estos tiempos difíciles”, concluyeron con esperanza y determinación.

Antecedentes

En 2014, la empresa en la que trabajaban sufrió un vaciamiento por parte de su propietario, “La persona que manejaba la casa dejó de pagar el alquiler y emitió cheques sin fondo. El dinero que recaudaba se lo llevaba para otro lado, y empezó a incumplir los sueldos de los trabajadores”, recordó Delucca.

En 2015, debido a estos problemas, quienes integraban La Robla fueron desalojados de su local, que estaba ubicado en la zona de tribunales en Capital Federal. “Fuimos desalojados como delincuentes, cuando solo queríamos hacer las cosas bien para no irnos de ahí”, resaltó. Y por eso, tuvieron que trasladarse y comenzar de nuevo en el local de Chacabuco 82 (entre Avenida Mayo e Hipólito Yrigoyen), una zona céntrica que fue duramente golpeada por la pandemia, ya que la mayoría de los trabajos se realizaban desde casa y no había turistas.

Previo a la pandemia, La Robla contaba con un equipo de 22 personas, pero después “se redujo el plantel de trabajo y también los horarios de apertura. No todos los días abrimos a la noche porque la zona no está conformada para poder hacerlo”, explicó.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada por programa Una x Semana, en AM 1010 Onda Latina (CABA).