La Cooperativa Eléctrica de Monte Ltda. nació en 1948, cuando una empresa privada de capital extranjero dejó de abastecer de energía a la zona. Ante la urgencia, un grupo de vecinos se organizó para dar respuesta y fundó una usina que, con el tiempo, se convirtió en la actual Cooperativa. Desde entonces, lleva 77 años garantizando el servicio eléctrico tanto en la zona urbana como en las áreas rurales del partido de San Miguel del Monte, y también en seis de los ocho distritos rurales del vecino partido de General Belgrano.

“La diferencia con las privadas está en la inversión. Nosotros no venimos a hacer negocio, sino a brindar un servicio”, aseguró Miguel Sansone. En un territorio de 88 km², llegar a cada rincón requiere no solo recursos sino también vocación. Mientras que las grandes distribuidoras privadas evitan zonas no rentables, la Cooperativa asume el desafío: “Las empresas privadas no pisan el barro, nosotros sí”.

La empresa social no se limita a la distribución de energía. En los años ‘80 detectaron la necesidad de brindar servicios sociales y construyeron su propia casa velatoria y un cementerio parque. A comienzos del 2000, ante el abandono de la telefonía fija por parte de las grandes empresas, desarrollaron su propio sistema, al que luego sumaron internet, televisión por streaming y hasta telefonía celular con marca propia. Hoy, forman parte de un selecto grupo de Cooperativas del país que cuentan con una Operadora Móvil Virtual (OMV) propia, bajo la marca imowi.

La educación también es un eje estratégico. “Tenemos un centro de formación con ocho carreras, convenios con la UTN y el Copret. Ofrecemos capacitaciones gratuitas en electricidad, gas y agua. Queremos que los chicos tengan herramientas para defenderse en la vida”.

Pero no todo son buenas noticias. El crecimiento de los robos de transformadores -valorizados en miles de dólares debido al cobre que contienen- representa un golpe duro. “Esto lo sufrimos todas las cooperativas. La pérdida la paga cada socio, porque somos nosotros quienes reponemos el equipo robado”. La situación, advierte, requiere una política de seguridad provincial que aún no llega.

Trabajar en Cooperativa, para Sansone, va más allá de la administración de un servicio: “Es una forma de vida. El cooperativismo es la salida para muchísimos sectores que el privado no contempla. Donde no llega nadie, llegamos nosotros, generamos trabajo, fortalecemos el comercio local y contenemos a sectores que de otra forma estarían totalmente marginados”.

Con humildad, trabajo colectivo y visión de futuro, esta Cooperativa se sostiene como un modelo de desarrollo territorial. En un pueblo de 30.000 habitantes donde todos se conocen, y hasta se cruza al Pato Fillol por la calle, la electricidad no es solo un servicio: es también una red comunitaria que ilumina el presente y proyecta esperanza.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en Radio Atlántica (Mar de Plata, Buenos Aires).

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