En Rosario, una experiencia única combina el cuidado ambiental con la generación de trabajo. La Cooperativa Tau se dedica a la gestión correcta de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) y al reacondicionamiento de equipos informáticos. Su trabajo evita la contaminación y promueve el acceso a la tecnología.

“Prácticamente es una tarea pedagógica diaria recibir consultas de qué hago con este tipo de residuo”, explicó la referente de la Cooperativa de Trabajo Tau Ltda., Constanza Funes. Tanto ciudadanos como instituciones buscan soluciones para materiales que requieren un tratamiento diferenciado por su peligrosidad.

Un camino que comenzó en un galpón vacío

La planta, única en su tipo en la región, comenzó a gestarse en 2019 y se constituyó formalmente como Cooperativa en 2022. Lucas Fernández, otro de sus integrantes, recordó los inicios: “Fue en un galpón, no había nada, no sabíamos qué hacer”. El aprendizaje fue en la práctica, con visitas a experiencias similares.

El proceso se divide en dos áreas claras. Por un lado, el reciclado de equipos sin vida útil, separando plásticos y metales. Por otro, el reacondicionamiento en un laboratorio para cambiar piezas y realizar reparaciones. “Se le hace mantenimiento general, cambio de disco, cambio de memoria”, detalló Fernández.

Un eje central del modelo cooperativo es su triple impacto. Además del ambiental y económico, tiene un fuerte componente social. El proyecto nació con el objetivo de “crear empleo juvenil”, señaló Funes, inicialmente con un grupo de jóvenes del barrio Ludueña.

Comunidades digitales con equipos que tienen una segunda vida

Esa dimensión social se materializa en el programa de Comunidades Digitales. Allí, equipos reacondicionados se ceden en comodato a bibliotecas, comedores y centros comunitarios. “Son espacios de uso comunitario de las nuevas tecnologías”, definió Funes. El objetivo es la inclusión digital.

“Lo que se hace es nosotros recibimos los equipos, se reacondicionan, se eligen a las organizaciones sociales que tengan necesidades”, describió la cooperativista. El compromiso incluye instalación, mantenimiento y un recambio planificado cuando los dispositivos culminan su ciclo de vida útil.

Actualmente, existen 64 de estos espacios activos en la ciudad de Rosario. La meta es llegar a 74 a fin de año. Cada sala cuenta con una notebook y cuatro equipos de escritorio, todos conectados a internet para garantizar su uso efectivo.

La lógica de cesión de uso, y no de donación, es clave. “En el caso de que la sala no pueda seguir brindando ese beneficio a la comunidad, vuelve a la planta”, aclaró Funes. Este sistema permite un control total del ciclo del equipo y su disposición final correcta.

La elección consciente del modelo cooperativo

La conformación como Cooperativa fue un proceso consciente y paulatino. “No es que se conformó directamente como Cooperativa”, explicó Funes. Primero se trabajó en la viabilidad de la unidad productiva y se capacitaron a los jóvenes en oficios y en valores cooperativos.

“El objetivo final era la Cooperativa”, afirmó. Se realizaron formaciones específicas hasta que, en 2022, con los roles definidos, se concretó la personería jurídica. Este camino aseguró que la grupalidad y los principios estuvieran internalizados antes de la formalización.

Para sus integrantes, el cooperativismo es una herramienta de transformación. “Es una forma de hackear al sistema actual, donde hoy se está expulsando trabajadores”, reflexionó Funes. Frente al individualismo, proponen la unión de fuerzas y la responsabilidad compartida.

Fernández valoró la experiencia desde lo personal: “Llegar a un acuerdo con tus compañeros después de charlarlo, de hacer un consenso entre todos está muy bueno”. Destacó la posibilidad de crecer y aprender cosas nuevas dentro de la dinámica Cooperativa.

El trabajo de concientización es constante. “Hay mucho desconocimiento”, admitió Funes sobre el destino de los RAEE. La Cooperativa articula con universidades para investigar y difundir prácticas sustentables, enfrentando el modelo de consumo y descarte.

La ley provincial de RAEE, aunque aún no reglamentada completamente, es un marco alentador. Pone el foco también en los productores, promoviendo un diseño más sostenible y el derecho a la reparación, algo esencial para el trabajo que realiza la Cooperativa.

El éxito de la planta rosarina genera demandas de réplica. “Hoy estamos también conversando acá en Santa Fe para poder trabajar en conjunto para que se pueda crear un lugar acá también”, comentó Funes. Ofrecen asesoría a otros grupos.

La Cooperativa Tau demuestra que es posible un modelo económico distinto. Con diez socios, gestiona un servicio técnicamente complejo y ambientalmente crítico. Lo hace desde la autogestión, la educación y un firme compromiso con su comunidad, construyendo soberanía tecnológica y ambiental.

Fuente: Periódico Pausa.