Uno de los integrantes e iniciadores del proyecto, oriundo de Bahía Blanca, Juan Ignacio Gerardi, llegó a Yala (Jujuy) en 2008 “con la idea de resignificar el rol de los pequeños productores, entendíamos que, si producíamos distinto, teníamos que organizarnos y vender distinto, que no servía quedarnos sólo en la producción”.
“Veíamos que el desarraigo es una realidad, que la población mundial elige cada vez más las ciudades que los pueblos, veíamos la pérdida de saberes y cultivos y comenzamos a quedarnos fuera del mercado, y eso significaba que Argentina pierda parte de esta gran diversidad que tenemos y dijimos es difícil pero necesario, hay que empezar”, relató el referente de la Cooperativa de Trabajo Bioconexión Ltda., Juan Ignacio Gerardi.
A partir del 2008 comenzaron con un grupo de productores locales, en su mayoría de comunidades originarias, con un modelo de producción, comercialización y comunicación que busca poner al productor o productora, “en la dimensión que tendría que estar siempre”, afirmó.
El recorrido era en colectivo, por lugares que donde sus habitantes “se auto percibían pobres o que no tenían nada para ofrecer. En la primera vez no podés empezar a charlar, recién a la visita número 20 empezamos a charlar y ahí buscamos qué productos hay en el lugar y empezar a revalorizar esos cultivos, entenderlo primero, trabajar con las universidades, con la ciencia, aprendiendo cómo cuidar esos cultivos para venderlo como un elemento que nos invite a vender otra cosa después”, argumentó.
En 2015 se conformó la Cooperativa de Trabajo Bioconexión Ltda. “Fueron años de visitar, de charlar, de encontrar la forma para modernizarnos, de entender cómo funciona una cooperativa, de pensarnos, porque traemos formas de otros modelos de gestión”, explicó el referente en relación a la nueva realidad en ese momento. Actualmente cuenta con 20 personas asociadas, donde cada una es integrante de una familia productora.
El objetivo siempre fue resignificar el rol de quienes producen los alimentos en el país, en este caso en la provincia de Jujuy. En estos 15 años pasaron por diferentes etapas. “Nos encontramos el primer problema, que era no podemos vender. Vendimos todo a restaurantes de Buenos Aires que pagaron un precio alto y no resolvimos el problema. Vimos que el origen era otro, los hijos se iban, porque tener que ir a vender a los mercados de Jujuy no les era muy tentador, querían hablar con personas que valoren su trabajo, no solo económicamente sino también como personas, que se resignifique el trabajo del agricultor”, detalló.
Un ejemplo concreto que compartió en el diálogo radial fue. “No podíamos vender la producción nada más, porque nuestros rendimientos eran muy bajos y era difícil sostenerlo todo el año. El maíz de Dominga, que con ayuda de la familia producía 300 kg al día, en un lugar ubicado a 40 minutos en un camino de montaña hasta la ruta y de ahí a San Salvador de Jujuy, tenés tres horas y para llegar a Buenos Aires otras 24, era imposible venderlo”, introdujo.
Ante este análisis de situación, la Cooperativa de Trabajo Bioconexión generó un nuevo modelo de negocio. “Invitamos a las personas a conocer a Dominga a su casa, donde ella cocina gran parte del maíz, brinda una clase de cocina, haciendo humitas y tamales, y así pudimos hacer con el maíz una propuesta integral a personas interesadas en conocer el lugar, el cultivo y la cocina. Y a su vez, el resto de maíz vendemos al restaurante que puede contarle a sus clientes que Dominga les espera en su casa”, resumió.
La mayor limitación que encuentran es el desconocimiento de la sociedad sobre el rol y la importancia del trabajo agricultor. “Creen que todo termina en una góndola. En realidad, el rol del campo es enorme, no sería el mismo país si no se produce, aunque no lo venda. ¿Cómo le explico a la gente que mi cajón de manzanas, no es el mismo de quien lo hizo de manera industrial? Uno que las cuida todo el año, en el medio de la montaña de manera natural y las pone en el mismo mercado y tenemos que competir. ¿Cómo contar que al comprar de este cajón estás apoyando a Dominga y no estás atentando contra el ambiente y el desarraigo, en un esquema que no te beneficia…?”
Por otra parte, Gerardi resaltó que en el rubro de la cocina encontraron un buen mercado y valoró la conformación como cooperativa: “Estamos mucho mejor, estamos contentos de haberla dejado transitar, tenemos un modelo de escala que tiene que ver con replicarse, no de abarcar más. A veces tenemos la idea de que todos respondemos igual al mismo estímulo o que todos tenemos el mismo modelo de escalabilidad y nos dimos cuenta que no queremos escalar solos, queremos crecer en equipo, esto cambió mucho, funcionó y ha evolucionado, y lo estamos replicando en otros lugares de argentina que eso no pone más contentos”.
En este camino de apertura, también manifestó que están al servicio de quienes necesiten y quieran pensar juntos otro modelo de comercialización, otras maneras de llegar a las personas. “En estos 8 años funcionamos en muchos modelos y nos creemos en situación y condiciones de poder aportar a otras organizaciones”, afirmó.
Una de las últimas propuestas colaborativas y abiertas a quienes tengan interés es la de compartir las historias de sus lugares y producciones, que serán publicadas en un blog creado para ello y en sus redes sociales.
Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en Radio comunitaria Ore Tape (Benito Juárez, Buenos Aires).
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