Las 14 familias de la Cooperativa de Trabajo, Reciclaje y Servicio, Tierras de Palmares Limitada que gestionan los residuos en el pueblo quedaron sin su sustento. Se vivieron momentos de incertidumbre, de manera innecesaria. La solución llegó cuando la propia comunidad -ante la inacción de las autoridades municipales- se organizó y realizó una colecta para abonar el servicio.
Según el último posteo en redes sociales, la entidad solidaria agradeció “a la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores por mediar en este conflicto y no dejarnos solos”.
“Estamos inmersos en una profunda tristeza, desazón, bronca”, había expresado en declaraciones periodísticas el responsable de la planta. Los asociados y las asociadas solicitaron al intendente Julio Pintos poder sentarse a renegociar los términos de un acuerdo para la continuidad, pero según trascendió la administración municipal está sumida en una interna política por la sucesión, en la cual algunos sectores pretenden desplazar a la Cooperativa del lugar.
“Estamos inmersos en una profunda tristeza, desazón, bronca, una mezcla de cosas. Definitivamente nos han cortado la luz”, contó consternado el encargado de la planta de tratamiento de residuos urbanos de Pueblo Liebig, Sebastián Ojeda. El 22 de julio venció el plazo impuesto por la distribuidora de energía Enersa, para que se abonara la factura impaga que debía realizar el municipio. Ese era el acuerdo al que se había llegado con los integrantes de la Cooperativa Tierras de Palmares para poder llevar adelante sus labores.
Según el contrato, estas tareas de “recepción, tratamiento, valorización y disposición final de los residuos sólidos urbanos del municipio” se extendían por 20 años desde junio de 2020 cuando se suscribió. En el proceso de saneamiento ambiental y tratamiento que se realizó, la Municipalidad convino pagar el servicio de energía eléctrica para amortiguar los costos no previstos de esta gestión –que de hecho lo venía realizando–, pero de buenas a primera anunció que violaría este compromiso y todo ingresó en un callejón sin salida.
“No nos han permitido negociar absolutamente nada”, contó Ojeda con relación al pedido de abrir una mesa de diálogo para acordar nuevos términos contractuales que permitan la continuidad del trabajo del cual dependen 14 familias de cooperativistas. “Esto significa que le pagamos a los chicos y las chicas, y que a partir de hoy (por el viernes) tenemos que bajar la cortina, porque no tenemos luz, no podemos trabajar. Lamentablemente todas estas familias quedan en la calle, quedan sin su sustento diario, es lamentable, estamos tristes”.
El socio de la cooperativa con tareas como responsable de planta lamentó además versiones del municipio en las que se excusan del problema. “Para colmo salen con declaraciones absurdas, en la que ponen excusas carentes totalmente de sentido, porque el municipio no pagó nunca ningún tipo de canon (por la gestión de los residuos urbanos), eso es totalmente falaz, porque nunca han colaborado, porque no ha sucedido”, reprochó.
Sobre lo que se avecina, comentó: “Vamos a ver en qué termina todo esto. Tenemos que decidir con los compañeros qué hacemos. No sabemos, estamos hablando con nuestra abogada. Pedimos a todos la mediación para poder charlar, porque nos interesa poder renegociar el contrato y poder trabajar, que es lo que nosotros queremos. Pero realmente es una desazón terrible”.
Cuando comenzó a operar la cooperativa Tierra de Palmares, la primera acción fue resolver el saneamiento de la comuna por la acumulación de basura que muchas veces sin destino iba a parar al río Uruguay. Esto es porque muchas de las bolsas con desperdicios de los vecinos que no tenían gestión se arrojaban a las aguas del arroyo Perucho Verna que atraviesa por la ciudad. Se trata de un curso de agua que desemboca en el río Uruguay y su cuenca recientemente obtuvo media sanción del Senado para ser declarada Área Natural Protegida. La cooperativa también se encargó de la basura que era acumulaba a cielo abierto o enterrada en un proceso poco adecuado.
Así, con la intervención de la cooperativa hace dos años los residuos pasaron a un circuito para su reutilización. Con el avance del tratamiento la cooperativa también incorporó el tratamiento de los desechos de los peladeros de pollos de la zona, así como de otros establecimientos agropecuarios. Incluso se barajó un proyecto para la reutilización de los bidones de agrotóxicos y que su reutilización permita sortear el costo que demanda tener que trasladarlos a otras provincias. Ahora, ante la nueva situación, toda esta experiencia ha quedado bajo un manto de dudas.
Fuente: Era Verde
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