La Cooperativa de Trabajo La Litoraleña Ltda. es una empresa recuperada que gestionaba la marca La Litoraleña, de tapas de empanadas y productos alimenticios. Al experimentar un proceso de vaciamiento, falta de pago de salarios y endeudamiento, el cuerpo laboral se organizó para evitar el cierre y el consecuente desempleo.

En primera instancia, intentaron negociar con los empleadores, pero al no tener una respuesta favorable, tomaron la fábrica para que no se termine de desguazar: “Sabíamos que si no había una medida de fuerza de acción directa, el empleador también iba a llevarse maquinarias e instalaciones, y no iba a haber posibilidad de que nadie cobre nada”, contó el síndico de la Cooperativa, Fabián Pierucci.

Con la promesa patronal de generar inversiones para pagar los salarios rota, ya que las y los trabajadores comenzaron a recibir telegramas de despido con causa, se cerraron los diálogos e inició una etapa judicial.

“Ahí empieza el proceso de acelerar la quiebra. Ya estaba en concurso de acreedores, y nos entrevistamos con la jueza en lo Comercial para declarar la quiebra porque era insostenible. Nos conformamos como Cooperativa viendo que no había otra solución”, puntualizó el trabajador.

El cambio de gobierno en 2015 sumó puntos en contra a su situación ya de por sí precaria, por la devaluación que se experimentó durante los primeros meses de la presidencia de Mauricio Macri.

Tomar posición

En este contexto, debían obtener dos tercios de ex empleados para sostener la Cooperativa, “y eso fue un desafío, porque parte de quienes constituían la nómina no querían, toda la planta de empleados administrativos, vendedores, cuadros jerárquicos. Así que éramos todos los operarios”.

Por ese motivo, reorganizaron el trabajo manteniendo un organigrama similar al de la época patronal, pero sin la figura del capataz o cuadros intermedios que imponían normas de productividad. Esto fue reemplazado por referentes elegidos en asamblea.

“Antes, habíamos llegado a exportar, y ahora había que empezar a pensar en producir a una escala acorde a los insumos. Nadie quería vendernos, porque habían sido estafados. Teníamos que conseguir dinero por adelantado y trabajar con eso, y a la vez empezar a pensarnos como trabajadores autogestionados”, afirmó Pierucci.

A nueve años de su decisión, continúan manteniendo casi cincuenta puestos de trabajo genuino, más todo el trabajo asociado vinculado. La empresa también tiene un programa de integración cooperativa en la cadena de valor, por lo que adquieren la materia prima en cooperativas, y participan en todas las cadenas de distribución.

Sin embargo, aún los persigue el fantasma del desguace, ya que en el año 2020 recibieron un fallo de desalojo. A pesar de haber hecho la apelación, continúan en trámites, sin perder de vista que el objetivo es favorecer a todo el cuerpo de empleados: “Si se vende la fábrica, todos cobrarían algo. Pero ese no es el sentido. No es la salida individual, sino pensar en el colectivo de personas que aporta para mantener el trabajo de una fábrica en funcionamiento”.

“Creo que es lo más profundo en relación al cuestionamiento de la forma hegemónica, que es pensarse como trabajadores si te contrata un patrón. Estamos pensando en otro tipo de modelo, y eso no se entiende, o están en contra de que podamos, en algún sentido, emanciparnos como trabajadores”, concluyó.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada por Radio Nacional Viedma (Viedma, Río Negro).