La historia reciente del sector textil está atravesada por idas y vueltas que impactan de forma directa en quienes producen todos los días. Así lo expresa Vega, presidenta de la Cooperativa de Trabajo Beraca Ltda., al recordar el origen del espacio y el difícil presente que atraviesan. “Nos conformamos en 2022 y desde entonces venimos trabajando con altos y bajos. Dentro de esta crisis, las cooperativas textiles somos las más castigadas”, señala la dirigente.

La apertura de importaciones y la caída del poder adquisitivo golpearon de lleno a su actividad. “Eso nos mató. Lo vivimos en la provincia y en todo el país”, subraya la referente, que además integra la Red Textil Nacional Cooperativa y Federal. Entre los impactos más fuertes, destaca que la entidad pasó de contar con casi cuarenta personas a sostenerse con apenas seis.

“Se instalaron fábricas privadas y muchos compañeros se fueron buscando un sueldo seguro. Después las empresas se fueron y volvimos a lo mismo”, comenta Vega. Los socios fundadores, sin embargo, decidieron continuar, mantener la matrícula y sostener la estructura básica para no perder años de trabajo colectivo.

El crecimiento inicial permitió alquilar un tinglado, pero la situación se volvió insostenible. “Nos cobraban mucho de alquiler, más los impuestos, más la luz. Hoy funcionamos en mi casa”, explica la presidenta. El grupo espera el momento en que puedan volver a tener un espacio adecuado.

En paralelo, impulsan iniciativas para mejorar la infraestructura del sector. Una de ellas es la creación de un Polo Textil Cooperativo, una ley provincial que surgió a partir de una propuesta que acercaron a una legisladora. “Rápidamente tuvimos eco y la ley se aprobó”, relata Vega. El predio existe, pero está deteriorado y requiere inversión para ser utilizado en su totalidad. Dos cooperativas ya trabajan allí y otras, como la Cooperativa Beraca, aún no pueden instalarse por falta de energía en parte del edificio. Aunque el grupo nació con la intención de dedicarse a los “talles justos”, tuvieron que diversificar para sostenerse. “La situación te obliga a reinventarte todos los días. Hacemos de todo”, indica Vega. En este momento, producen principalmente vestuario para ballets folclóricos, un nicho que les da continuidad.

La idea de “talle justo”, cuenta la dirigente, surgió con un sentido de equidad y cercanía con las necesidades reales de las personas: “No queríamos hablar de talles especiales. El talle justo es para todos los cuerpos”. El sector también reclama la reglamentación de la ley de fomento cooperativo aprobada en 2010, todavía pendiente. “Nos prometieron que en 15 días se reglamenta. Esperamos que esta vez sea cierto”, sostiene la referente.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en el programa Nuestras Cooperativas, en Show CDC Multimedios (General Roca, Río Negro).

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