A unos 65 kilómetros de la capital salteña, en la localidad de Coronel Moldes, un grupo de mujeres mantiene viva una experiencia de trabajo colectivo que nació hace ocho años y se consolidó como una alternativa laboral en una zona donde las oportunidades escasean.

La Cooperativa de Trabajo Textil La Merced Ltda. está integrada por diez mujeres que confeccionan ropa de campo, guardapolvos, ambos para enfermería y prendas para escuelas. “Hacemos ropa de trabajo: camisas, pantalones, ambos para enfermeras, guardapolvos para maestras, todo lo que se necesite”, explicó su presidenta, Nancy Tolaba.

El grupo encontró su lugar en un salón cedido por el municipio, luego de que la experiencia textil -originalmente radicada en otra localidad- estuviera a punto de cerrarse. “La intendenta de ese momento gestionó que la Cooperativa se trasladara a Coronel Moldes y nos dieron un espacio en la municipalidad. Desde entonces seguimos ahí”, recordó la cooperativista.

Actualmente, el principal cliente es la Cámara del Tabaco, para la que confeccionan miles de prendas cada año. “Estamos por empezar a hacer 5.600 camisas y pantalones de grafa. Es nuestro trabajo más fuerte”, contó la referente. La dinámica laboral varía según los encargos: “Trabajamos de lunes a viernes, pero cuando hay mucho pedido nos quedamos más horas para cumplir con los plazos”.

La actividad tiene sus altibajos y depende de la temporada. Al comenzar el ciclo lectivo reciben pedidos de guardapolvos escolares, y hacia fin de año preparan disfraces para las comparsas locales. “Después de terminar con la cámara, empezamos con los disfraces para los corsos. Llegamos a hacer trajes para 150 o 160 integrantes. Y cuando termina eso, retomamos con los pedidos de la escuela”, describió la dirigente.

El oficio fue aprendido sobre la marcha. Solo algunas integrantes tenían experiencia previa, y el resto se capacitó a través de cursos. “Nos fuimos formando en el camino. Dos o tres compañeras ya trabajaban de modistas, y las demás hicimos cursos en otra localidad”, señaló la trabajadora.

Más allá del ingreso económico, el espacio se convirtió en un lugar de pertenencia. “Pensé que no me iba a gustar, pero me encanta. Además de trabajar, compartimos, nos reímos, nos distraemos. Es como tener otra familia”, afirmó la referente.

De cara al futuro, el grupo busca diversificar su producción y conseguir más encargos. “Nos gustaría abarcar otros trabajos además de la ropa de campo. Todo lo que nos ayude a sostener la actividad y seguir creciendo”, expresó Tolaba.

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevista realizada en el programa La Guardia Alta, en Radio Mega Corrientes (Corrientes).

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